miércoles, 14 de marzo de 2012

¿UNA PRIMAVERA CALIENTE?

Caída ya en desuso la expresión “Otoño caliente”, con la que los periodistas se arriesgaban cada año a equivocarse al anunciar tan épicas como improbables luchas de los trabajadores contra los habituales recortes de derechos y salarios, va y resulta que, cuando menos lo esperábamos y donde menos papeletas teníamos para ser los elegidos, estalla en estas tierras lo que ya se denomina la “Primavera Valenciana”. Desde luego que el origen de este sarpullido que ha brotado en una sociedad hasta hace poco encantada con las políticas de grandes espectáculos y costosas construcciones, impulsadas por un Partido Popular que aquí lo gana todo desde tiempos remotos, no está en los dóciles sindicatos mayoritarios ni en la izquierda oficial, tan derrotada por fuera como fraccionada por dentro.

Han sido los estudiantes, del Luis Vives y de otros institutos, los que se han cansado de ver atónitos cómo desde esa Administración que tanto ha despilfarrado (y que aún mantiene muchos sueldos superiores a los 50.000 euros/año) se ataca el derecho a una enseñanza pública de calidad. Es de resaltar que estos chavales, acusados injustamente de pensar sólo en el botellón, no han aguantado tanto las agresiones del sistema como lo han venido haciendo sus padres, castigados con una reforma laboral tras otra, sin que se haya dado la respuesta contundente que el despido libre, el recorte de las pensiones o el tijeretazo al sector público se merecen.

La masiva respuesta social a la brutalidad con que la policía reprimió una simple sentada de protesta, y en la que se han mezclado en las calles estudiantes, parados y trabajadores, jóvenes y mayores, desmiente todo el discurso clásico de las organizaciones que se sienten más cómodas (y se ven mejor recompensadas, sin duda) ancladas en un diálogo servil, en el que sólo una parte decide qué se pacta y cuánto nos van a quitar. Ha sido un grito de rabia y dignidad frente al mensaje posibilista y falso de que son malos tiempos (¿cuándo no lo han sido para los de abajo?) y de que en lugar de luchar hay que apostar por el diálogo -con el enemigo, evidentemente, porque para los explotadores y sus guardianes lo somos, como tuvo la franqueza de afirmar el Jefe de Policía de Valencia; nombrado por el PSOE y confirmado en el puesto por el PP.

Lo que también ha quedado patente es que hay formas de lucha que no pasan por el parlamentarismo del PSOE ni por el sindicalismo de UGT y CC.OO. Existen otras maneras de organizar y canalizar el descontento, como ya se demostró con el movimiento 15M y se vuelve a comprobar con las rotundas protestas exigiendo la libertad sin cargos de los detenidos, así como la dimisión de los máximos responsables de la represión policial.

Hay otro hecho sin precedentes cercanos, y es que en dos semanas se han producido en Valencia cuatro manifestaciones contra los recortes, con más de 100.000 personas cada una, lo que deja en pésimo lugar a los aparatos sindicales que justificaron su clásica falta de voluntad movilizadora alegando, desde el 29S de 2010, que no había condiciones para otra Huelga General.

Antonio Pérez Collado
Secretario General de CGT-PV