jueves, 31 de julio de 2014

CGT INFORMA - A GRANDES ERRORES, PEORES REMEDIOS.

La noticia (manipulada como todas) de estos días en Ford es la siguiente: “Tenemos una semana más de vacaciones”. Dicho así, hasta puede sonar bien. El problema (para ellos) es que las personas tenemos inteligencia y memoria, y sabemos leer entre líneas. ¡Con lo que nos dieron la paliza para quitarnos una semana en agosto, asegurando que era muy necesaria para Ford y para el empleo, claro. Ahora resulta que lo que es muy necesario para Ford y para el empleo (por supuesto) es volver al mes de vacaciones en agosto. ¡Así no hay quien les pueda creer!

Pero con este tema de adelantar las vacaciones no podemos dejarnos llevar por la alegría fácil, y si bien una semana más de vacaciones en verano, a todos nos viene muy bien, hay que darse cuenta de que es un caramelo envenenado.

Están jugando con la vida personal y familiar de todos nosotros. ¿De qué sirve tener un calendario laboral aprobado al principio de cada año, si luego la dirección y sus dóciles sindicatos lo van cambiando a su antojo? No podemos aceptar los caprichos de la empresa, que va improvisando sobre la marcha y nos trata como a auténticas marionetas, o peor aún: como a vasallos sin derechos.

Los errores de la dirección nada tienen que ver con nuestra vida social y familiar. Todo el mundo necesita saber con antelación suficiente cuándo nos vamos a ir de vacaciones y cuándo vamos a volver. Para eso se establecen los calendarios laborales. Pero, encima, lo que han pactado es que le debamos a la empresa días de producción durante años, y que los tengamos que hacer cuando la dirección lo estime oportuno… incluyendo un par de sábados. Con todo este cambalache y movimiento de días en el calendario laboral, lo que persigue la empresa es acostumbrarnos a la desregularización de nuestra jornada laboral, que nos olvidemos de nuestro calendario y del convenio y estemos pendientes exclusivamente de los cambios de planes y de humor de los jefes.

Como hay mucha gente nueva y también algunos sindicalistas que parece que han perdido la memoria, conviene recordar aquí que los sábados laborables obligatorios se acabaron gracias a los 19 días de huelga de toda la plantilla en 1979. Se habían acabado, hasta que los dos sindicatos mayoritarios (primero UGT y a continuación CCOO) han decidido pactar su imposición.

La actual mayoría del Comité de Empresa dice que no va a permitir que la Ford aplique en esta fábrica la reforma laboral y, para evitarlo, firman todo lo que les pide la empresa. ¡Bonita forma de oponerse! Pero, ¿cómo se van a oponer, si antes de la última reforma laboral del PP ya tenían pactada con la patronal la posibilidad de desregular la jornada laboral? Y por si los acuerdos con la CEOE no fueran suficiente mordaza, en el vigente convenio de Ford también incluyeron su acatamiento a la voluntad de la empresa si las circunstancias (que ella diga) aconsejan cambios en la jornada laboral.

Como decimos más arriba: se quiere acostumbrar a la plantilla a una flexibilidad laboral, que no corresponde a nuestras necesidades y condiciones de trabajo, pues con esta actitud estamos a merced y capricho de las necesidades puntuales y los errores de cálculo de la gerencia, cuando esa responsabilidad sólo es de ellos.

En tiempos pasados, cuando la correlación de fuerzas dentro del Comité de Empresa no estaba tan decantada del lado servil, y la plantilla estaba más unida y sensibilizada, la empresa ni se atrevía proponer todo esto que estamos viviendo ahora: Si había algún día sin producción, por cualquier circunstancia, la empresa programaba paros técnicos, cursos, etc. para que los trabajadores no nos viéramos afectados en la nómina o en las vacaciones.

Eran otros tiempos donde cada cual asumía su responsabilidad, y no como ahora, que toda recae sobre el trabajador, siendo éste ajeno a esos problemas técnicos o de organización, pero que acaba convertido en el único pagano de los fallos de mucho más arriba. Son estos dos sindicatos mayoritarios los que dan el visto bueno a que la plantilla siempre sea la perjudicada por todos los desaguisados que ocurren en esta fábrica, y siempre es poca ropa quien tiene que pagar los platos rotos… sin haberlos roto.

Precisamente nos llega esta nueva “hazaña” del sindicalismo oficial en Ford cuando se cumple un año de la pérdida de los comedores, uno de los derechos que durante años permitieron a la plantilla comer de caliente, reponerse de los ritmos infernales y convivir con los compañeros, así como participar de la información y los debates sindicales que solían surgir durante la comida. Y no es todo esto sólo; cada día hay más y más precarias subcontrataciones, más altos ritmos de trabajo, más movilidad, más sanciones, más presión… Desde luego que todo esto es obra de estos “artistas”. Que nunca lo olvide nadie.

Bien, pues después de todas estas improvisaciones de última hora y a la espera de que nos digan (como dice el Gobierno) que todo lo hacen por el empleo, estos sindicalistas tan sensibles con las exigencias del capital quieren que hagamos palmas con las orejas, porque la empresa es muy buena y nos da una semana más de vacaciones. Omiten explicar al detalle que una parte de esas peculiares vacaciones tendremos que recuperarlas en sábados y que, además, tenemos comprometidas las jornadas industriales (cobro de plus o vacaciones, no se olvide) no sólo de 2014, que sería lo normal, sino también las de 2015, 2016 y 2017. ¡Qué linces se creen!

Desde CGT, y ante esta deriva hacia el abismo por la que arrastran las citadas organizaciones sindicales al Comité de empresa (y por añadidura a toda la plantilla), tenemos que hacer un llamamiento a la conciencia de todos los trabajadores y trabajadoras, recordando la larga experiencia del movimiento obrero que demuestra que sólo con la organización en sindicatos no alineados con la patronal y con la lucha solidaria y responsable de todos es posible defender y mejorar nuestros derechos y nuestras condiciones de vida… ¡y los de nuestras familias!



Compañero/a: ¡No te lamentes, organízate y lucha!

La CGT sigue estando con los trabajadores, como hace más de 100 años. No con la empresa, que puede parecer un sindicalismo muy moderno, pero tiene otro nombre mucho más feo…

PD.- Y, a pesar de nuestros males, para terminar, permitidnos que deseemos un verano placentero para tod@s y que, por fin, a éste le suceda el esperado “OTOÑO CALIENTE”

Sección Sindical de CGT en Ford

Julio, 2014

miércoles, 23 de julio de 2014

LA CASTA SINDICAL

Artículo de opinión de Antonio Pérez Collado, Comité Confederal CGT-PV, publicado en las páginas de Levante-EMV

Aunque puede que la RAE no considere muy correcto el uso que Pablo Iglesias, esa figura emergente de la política nacional, hace del término “casta” para referirse al conjunto de políticos apoltronados desde hace años en apetecibles cargos en las administraciones o en los propios partidos mayoritarios, lo incuestionable es que la expresión ha hecho fortuna y se repite con mayor o menor complicidad en las redacciones y tertulias.
Se va rompiendo, tras decenios de férrea unanimidad, el consenso tácito existente dentro de los sectores moderadamente progresistas, del elitista mundillo intelectual, para no criticar con la misma virulencia a la supuesta izquierda que a la derecha clásica. Y se rompe no ya porque no se esté de acuerdo en ser más benevolentes con los políticos de izquierdas, sino porque se resquebraja la añeja tradición de considerar parte principal de la izquierda teórica a la socialdemocracia de Ferraz.
Hoy ese privilegio a duras penas lo conservan IU y los partidos emergentes en las europeas, que se autoproclaman herederos legítimos de la indignación que ha sacudido las plazas y las conciencias del país. El PSOE ha pasado, sin cambiar sus políticas conservadoras de la Transición, de partido histórico de los trabajadores a engrosar, junto a PP, CiU, PNV e incluso UPyD, esa casta casposa y fácilmente sobornable de la que nadie se reclama compañero de viaje.
Sin embargo, y salvo tan escasas como honrosas excepciones, en el terreno sindical se sigue aplicando ese no escrito libro de estilo, según el cual UGT y CCOO serían los auténticos sindicatos de clase y sus actuaciones (por dudosas que fueren) irían encaminadas a mejorar las condiciones de los obreros a los que dicen representar y defender. La izquierda sociológica y mediática permanece, desde finales de los años setenta, ciega y muda ante el permanente ejercicio de renuncias en los convenios y pactos bochornosos que han ido rubricando los dos sindicatos oficiales, la CEOE y el PP o el PSOE, que en eso de recortar derechos a los currantes no tienen muchos desencuentros.
Desde los Pactos de la Moncloa hasta las sucesivas reformas laborales, sin olvidar el Pacto de Toledo o los acuerdos para la negociación colectiva, se han venido deteriorando paulatinamente todas las conquistas en materia de salarios, condiciones de trabajo, contratación, prestaciones sociales y pensiones. En las pocas ocasiones en que los aparatos sindicales no se han atrevido a firmar los recortes, su respuesta tampoco ha tenido la rapidez o la intensidad suficientes como para detener la agresión.
Ni siquiera en los tres últimos años, cuando más derechos son pisoteados por el sistema y mayor está siendo la respuesta social (15M, experiencias asamblearias, Marchas de la Dignidad, etc.) han salido Toxo y Méndez de la plácida decadencia de sus organizaciones. Tampoco los creadores de opinión han roto su mutismo para criticar la parálisis del sindicalismo mayoritario o para dar voz y reconocimiento a las realidades del sindicalismo alternativo que se van consolidando contra el viento de la opinión publicada y la marea de la represión.
Pero la historia no se detiene y los sectores más concienciados y activos de la clase trabajadora ya han empezado a romper con esa vieja casta sindical, de eternos liberados y acomodados profesionales, y ponen en marcha otras formas mucho más horizontales y participativas de organizar sus luchas.

Antonio Pérez Collado
Comité Confederal de CGT-PV