Este 1 de Mayo, la clase
trabajadora, la que representa a la mayoría de la población, las personas que
estamos sufriendo la violencia de esta estafa social de gigantes proporciones,
volvemos a salir a la calle para manifestar nuestra indignación, nuestra protesta
colectiva y, también, nuestra determinación y voluntad de dar un vuelco al
modelo de sociedad en que los poderes financieros y los diversos gobiernos nos
tienen atrapados y atrapadas.
Han universalizado la miseria, la esclavitud, la
falta de libertades, la falta de perspectivas para el futuro de varias
generaciones de jóvenes, de migrantes, de mujeres, de ancianos, de personas sin
empleo ni prestaciones, de personas trabajadoras semiesclavas… Nos lo han
quitado todo: los empleos con derechos, los servicios públicos, la sanidad, la
enseñanza, los transportes públicos, las comunicaciones, las energías (el agua
y la electricidad), las viviendas, el acceso a la universidad, a la cultura, a
la justicia burguesa, los cuidados a las personas dependientes (ancianas,
enfermas y niños).
Nos han quitado el derecho a decidir y a protestar, a
manifestarnos, a expresarnos individual y colectivamente. Nos han arrebatado el
derecho a ser personas libres que puedan vivir con dignidad. La corrupción más
descarnada campa a sus anchas y se ha extendido a todas las instituciones,
políticas, empresariales, judiciales, policiales y es muy penoso que alcance
también a los sindicatos del régimen (ERE de Andalucía, tarjetas opacas de
Bankia, sobresueldos a cargos sindicales, etc). Por si esto fuera poco,
intentan poner una mordaza a la sociedad para que no proteste, para que se
conforme, imponiendo el terror y el miedo a base de represión policial, de
represión económica, de encarcelar a personas inocentes simplemente por participar
en las protestas pacíficas. Están atándonos de pies y manos como en los tiempos
más duros del franquismo, sin escrúpulos y sin planteamiento moral alguno.
No
lo podemos consentir. Debemos seguir manteniendo la movilización en la calle,
con procesos electorales y sin ellos, unificando luchas, practicando la
solidaridad y el apoyo mutuo, demostrando que no tenemos miedo, que nos sobra
dignidad para luchar como clase, que no vamos a dejar que nos roben el futuro,
tampoco el de nuestros hijos e hijas.
Tenemos que obligarles a derogar todas
las leyes liberticidas que nos han impuesto, las Reformas Laborales, las leyes
Mordaza, acabar con la negociación del TTIP, negarnos a que se pague la DEUDA con el dinero público
porque es ilegítima e injusta, recuperar los servicios públicos robados,
terminar con la crueldad de los desahucios, conseguir la RENTA BÁSICA para
todas y todos, repartir la riqueza y el trabajo en definitiva. Es la obligación
que nos toca a nuestra generación, por nosotros y nosotras y porque lo
contrario sería un DESASTRE para las generaciones venideras.