Ni nos harán
creer, ni nos harán callar
Lo que
se prometía como la solución a los problemas de la clase trabajadora no
ha supuesto más que un nuevo y enorme fiasco; la nueva reforma supone la
definitiva legitimación y consagración, por parte del autodenominado gobierno
más progresista de la historia, de aquellos aspectos más lesivos que ya se
avanzaron en las reformas laborales de 2010 (gobierno Zapatero) y de 2012
(gobierno Rajoy).
Entre
otras cuestiones, se quedan los mecanismos que facilitaban los despidos (no
se recuperan indemnizaciones ni los salarios de tramitación), se quedan las
razones intangibles de las previsiones económicas (pérdidas previstas o
futuras) para poder llevar a cabo despidos colectivos, o la no intervención
de la autoridad laboral en los ERE.
De los
convenios de empresa, únicamente se garantiza la igualdad salarial, pero
no lo demás. Y en materia de subcontratación, va a haber que lucharla en los
juzgados sin lugar a dudas, ya que no se da una solución clara a quienes
realizan igual trabajo pero no reciben igual salario.
Mientras
tanto, el coste de la vida sigue encareciéndose a toda velocidad, sin que las
rentas de la clase trabajadora crezcan al mismo ritmo. En unos casos, con la
complicidad activa de los sindicatos mayoritarios. En otros, por culpa de
una estudiada pasividad por parte de quienes gobiernan. Bienes de primera
necesidad alcanzan su precio récord un mes tras otro. Ni los salarios ni las
rentas básicas tienen una actualización que se equipare al encarecimiento del
coste de la vida. En todos los frentes podemos observar lo mismo: pensiones
que no se revalorizan, convenios que se quedan congelados…
Ahora,
además, cuando apenas hemos empezado a pagar las consecuencias de la crisis del
Covid 19, se avecinan las de la guerra de Ucrania. El sistema capitalista ya
ha puesto a funcionar su maquinaria para que de nuevo seamos las trabajadoras y
trabajadores quienes asumamos los sacrificios y lo van a hacer como
siempre, con la complicidad de los sindicatos mayoritarios, que sin lugar a
dudas nos van a vender una vez más, como ya lo han hecho con las reformas
laborales, con el llamado Pacto de Rentas.
A la
CGT ni la harán creer ni la harán callar, por más operaciones propagandísticas
que lleven a cabo quienes prometían asaltar los cielos. Las conquistas
sociales se consiguen en la calle y no en las urnas. Las verdaderas
conquistas sociales, las que suponen una verdadera transformación, jamás han
surgido de un pacto entre oligarquías.
Los derechos
se conquistan luchando